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Ponerse en la ecuación

10 Diciembre 2021

Y de pronto me acostaba con la sensación de quedarme con lo que no llegué a hacer, con lo que me quedaba por cumplir, y aunque mis ojos necesitaban cerrarse en esa oscuridad, de día seguían cegados ante tanta luz por descubrir.

Igual por “ser de letras” en lugar de ciencias, por la agradecida protección familiar, por mis estudios, por la buena inercia en todas las relaciones y los trabajos que “me encontré”, el caso es que no supe discernir hasta como aquel que dice “antes de ayer” cual era mi papel dentro de todo este maravilloso misterio que llamamos vida.

Como cualquier operación compleja, nada es fácil de resolver, pero si cabe lo es aún más cuando durante mucho tiempo uno mismo, añade más incógnitas de las necesarias a la ecuación.

Estaba formulada hace tiempo y la miraba de distintas maneras, buscando nuevas soluciones, preguntaba incluso a los más cercanos para hacerles partícipes de la misma, a ver si me podían ayudar o me daban pistas sobre ella.

Cerraba los ojos pensando en esa suerte que tantas veces me acompañó y me salvó, cerraba los ojos suspirando y deseando que por ciencia infusa apareciese de la nada algo o alguien y la solucionase.

Y vaya que si apareció…en mi día más critico se situaron justo delante de mí sus 186 cm y su mirada retadora espetándome: ¿SABES DE VERDAD QUIÉN ERES? 

Inmediatamente pensé que quién se creía que era él para decirme eso a mí con mi vida ya hecha, buena posición, con mi trabajo estable, mi mujer e hijos, con mis amigos de siempre…

Por aquel entonces seguía fielmente a la religión “yoista” guiado por su Dios “Yo” y su hijo salvador “Mime conmigo” y no iba a tolerar que nadie me cuestionara todo lo que había conseguido, siguiendo al pie de la letra cada uno de sus mandamientos.

La gran mayoría de fieles “yoistas” me arropaban y protegían ante lo que podía significar salirme del sacramento del buen hacer para el buen tener, pero el eco de esa pregunta que nunca antes nadie se atrevió a formularme era cada vez mayor resonando en mi cabeza.

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Mi cuerpo llamaba a gritos, mientras intuía que para resolver ese dilema debía parar, había que prepararse muy mucho para volver a librar una guerra que hacía años no se planteaba, la que había sido desde hace años mi brújula frente a un motor que estaba renaciendo de sus cenizas, la guerra de mi mente más racional frente a mi corazón más pasional, aquel que seguía escondido en un inmerecido letargo y al que en su día sometió la razón, a cambio eso sí, de sueldos y horarios fijos.

Hasta ese momento, la razón era mi canalizadora y con una media sonrisa compartía al mundo lo que hacía y lo que había conseguido tener gracias a ello.

Cada vez que lo hacía aumentaba mi volumen de capas, y nunca fueron suficientes para abrigar el enorme vacío que sentía.

Entonces ¿quién era el que sentía ese vacío? 

Llevaba años alejado de cualquier novedad, sin ir más lejos solamente escuchaba a mi grupo favorito: “Mis dudas” pop nostálgico que seguía desde los 80 y del que me sabía todas y cada una de sus canciones.

Igualmente leía y me releía “El poder del cuñado”, un libro con las páginas ya retostadas, donde el protagonista se guardaba para sí mismo las mayoría de cosas, incluso las buenas, confiriendo más poder a cualquier persona que a él mismo…

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Era consciente de toda la enorme imagen que me envolvía y que sacrificar esa imagen impecable era renunciar a gran parte de cosas que “mi personaje” me estuvo aportando durante años, ese grupo, ese libro o incluso a esas personas que me veían como él y podían alejarse o incluso desaparecer al ver algo distinto.

Era el principal peaje que pagar para llegar a resolver la pregunta de quien era, esa pregunta que me devolvió a la realidad más pura.

La razón llevaba muchos años haciéndose fuerte con su prima hermana la lógica y se apoderaban de mí una vez tras otra en cada decisión que tomaba acorde a lo que ellas dictaban, pero esa vez era distinta, algo dentro de mí realmente me hacía dudar de ellas. 

Como buenas mentes dualistas no eran de grises, para ellas era todo blanco o negro, ganar o perder, éxito o fracaso y bajo esas reglas del juego en distintos contextos condicionaban mi partida.

Empezaba a darme cuenta de que era el momento, tenía que enfrentarme a ellas, a las dueñas de mi persona durante tantos años, a las creadoras de “mi personaje” ese tipo tan diplomático y de lucir bien que en tantas ocasiones fue reconocido por ello.

Enfrentarme a parte de mí mismo suponía asumir que el ir quitando capa a capa era exponerme al mundo, desnudo, vulnerable, con bloqueos, miedos e incertidumbres…el foco estaba alumbrando el escenario en un nuevo número de circo, y al igual que mi sueños de niño, un funambulista recogió un guante tirado por el Universo.

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Me armé de valor y al fin abrí los ojos de día, con todo el coraje del mundo decidí parar, hacer caso a las señales y llamadas del cuerpo, descifrar los mensajes detrás de mis emociones, y guiarme por uno al que tenía arrinconado hace años, uno que palpitaba y latía mucho más que sentía, uno que no ocupaba el lugar que se merece, el corazón.

Lo primero que hice fue apuntar a mi cuerpo a “Voluntarios Gym”, un centro de puesta a punto sólo para adultos rebeldes donde se matriculó en el formato master para mayores de 40 .

Empezó con enormes ganas e ilusión y enseguida se percató que alguno de sus entrenos ya los había vivido hace muchos años e incluso alguno de sus nuevos compañeros le mostraban movimientos que él llegó a practicar en su mejor plenitud física.

Al cabo de muy poco tiempo el cuerpo empezaba a sentirse mejor, descansaba ya sin sobresaltos por las noches, incluso se enamoró de un pinar a escasos metros de su casa, que acostumbraba a bordear en automático constantemente, el mismo que durante tantos años su niebla mental ocultó.

Le encantaba que se preocupasen por él de esa manera y en agradecimiento, lo convirtió en una filosofía diaria, preámbulo de fuente de energía para el resto de las horas.

Esa energía en forma de unión cuerpo y corazón era básica para emprender otros caminos, y contagiaba indirectamente a su entorno.

Por inercia aún sin querer se encontraba con relaciones nuevas, a la vez que consolidaba con más fuerza algunas anteriores que seguían caminando a su lado, sintiendo y acompasando de la misma manera sus latidos.

El corazón encontró grandes aliados como la apertura, que se fue a por tabaco en la adolescencia y todos creían perdida, la confianza, a la que dieron una nueva oportunidad después divorciarse del ego y la pasión su compañera más fiel allá donde va.

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Ese cuerpo estaba ya preparado para transformar lo que era antes guerra en armonía, Ese corazón estaba ya listo para transformar con amor y coraje ilusiones y adversidades

Esa mente, ahora más abierta y despejada estaba dispuesta a reprogramarse para subirse con fuerza al carro de una nueva etapa que imantaba.

De una manera muy sutil llegaron esos 3 coeficientes a mi vida, la incógnita me abdujo y cuando me quise dar cuenta YO MISMO era el que estaba dentro de esa ecuación, la incógnita en realidad era yo, y toda esa complejidad de problema que tanto tiempo pospuse se transformó en autoconocimiento, en conocer como era realmente.

 

…Y de pronto desperté y supe que nada es casual, 

que todo tiene un origen y un destino, 

que todo es aceptación y actitud, con chorros de gratitud

que es una grandeza ser vulnerable para aprender

y aún lo es más poder compartirlo, 

que el crecimiento personal es salud sostenible,

que todo es energía y amor, 

y que desde aquí, sin expectativas puedo ser yo.

Gracias a todas y cada una de las personas que me ofrecen la posibilidad de seguir conociéndome para permitirme ser libre, ser yo.

https://www.youtube.com/watch?v=7zlA8tRsfwU ("Calle sin luz" M- Clan en acústico, regalo en confinamiento mayo 2020)

 

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