Quizás por herencia, por experiencias del pasado, proyecciones de un suponer, ¿qué mas da?, el caso es que nos encontramos en fases vitales donde no “vemos” y no “vamos” más allá que lo que nuestros ojos ven, un círculo tremendamente limitado y tan opaco.

 El círculo limitado lo abrazamos la gran mayoría de veces con personas cercanas y nos aferramos a él en este consuelo reforzado de conformarnos con lo que tenemos o hacemos, sin manejar otras posibilidades, aún a pesar de sentir que no es realmente lo que queremos.

Rutinas de pensamientos, preludios de decaimiento, despertarse sin energía al levantarse cada día, con el único fin muchas veces de huir hacia delante, hacia un fin de semana o unas vacaciones que puedan distorsionar un poco “la verdad” y sus sensaciones.

Huir sin rumbo y esporádicamente hacia ninguna parte concreta, es un laberinto de vuelta siempre al mismo lugar, donde cada día cuesta más caminar, por una senda con pendiente cada vez más peligrosa.

Nadan muchos peces en el mismo sitio, tantos peces en su pecera de cristal, creyendo que en el mar se ahogarán, nadando siempre en círculo a su manera, malgastando tiempo e infinitas oportunidades de VIVIR.

Abrid bien los ojos, dejad atrás vuestra ceguera, saltar más allá de ese cristal, vuestra vida no volverá a ser más la que era, nadar con coraje hacia vuestro verdadero mar, un mar donde la corriente irá a favor de vuestro presente, olas de buenas personas y abiertas no os fallarán, olas de buenas personas y abiertas se empezarán a acercar, olas de buenas personas y abiertas os esperarán.

Abrid vuestro corazón, no lo escondáis e ir a por lo que queréis, por lo que necesitéis, por lo que sintáis… mostraros tal y como sois, relacionaros y conectad desde allí, es un regalo para vosotros y para vuestro entorno.

Gracias infinitas a la apertura, la mejor manera para crecer, aprender y compartir en este maravilloso mar.